"La cita"

Javi Taylor.



23:02. <<A la 23:45, en el bar Serratosa>>.
Guardo la carta en el bolsillo de mi chaqueta. Repaso todo mentalmente: anillo, flores... Perfecto.
23:04. Me planto delante del espejo y realizo una rápida revisión de mi imagen. Me ajusto un poco más la corbata y me paso la mano entre mis cabellos, intentando peinar –sin conseguirlo- unos cuantos pelos rebeldes. La operación resulta más difícil de lo esperado y recurro a las fuerzas especiales: gomina a quemarropa.
23:09. Me sonrío y me giño un ojo.
23:10. Hago unas cuantas poses y me saco una foto con el móvil.
23:11. Bailo el hula-hoop ante el espejo.
23:23. Cansado de hacer tonterías delante el espejo, abandono el cuarto de baño. Releo la carta por quinta vez y la huelo. Está impregnada de su perfume.
23:26. Salgo a la calle sonriente. Hay algunos nubarrones, pero no me preocupo.
23:29. Un trueno hace que me estremezca de pies a cabeza. Las primeras gotas no tardan en caer y, como aún no me he alejado mucho de casa, vuelvo corriendo a por el paraguas. Con las prisas se me caen tres claveles del ramo de flores.
23:31. Caigo en la cuenta de que me he dejado la cartera y vuelvo a por ella. Con las prisas, pierdo otros dos claveles.
23:33. Me he olvidado el móvil; cuatro claveles.
23:35. Avanzo por las encharcadas calles de Pamplona intentando proteger del diluvio las pocas flores que me quedan.
23:36. Piso un charco y me empapo los pantalones. (Profundidad aproximada del charco: 1,72 metros). Empiezo a cabrearme y decido recurrir a los consejos médicos: cuento despacio hasta diez. Mejor, hasta cien.
23:38. Soy arrollado por un grupo de manifestantes de la UGT.
23:39. Soy arrollado por un grupo de manifestantes del PP.
23:40. Soy arrollado por un grupo de Indignados. (Ideología política: indefinida).
23:41. Sigo avanzando, envuelto en una gruesa capa de pegatinas propagandísticas.
23:42. Un coche pasa a mi lado y me empapa de arriba abajo.
23:43. Un camión pasa por mi lado. ¡Me cago en sus...!
23:44. Un autobús escolar pasa por mi lado. ¡Hijo de...! Me tapo la boca, pues hay niños delante. Observo como los niños se ríen de mí. ¡Ay, si yo fuera vuestro padre...!
Tres cosas me llegan a la cabeza. La primera: a estas alturas, debo de tener un aspecto patético; la segunda, volver a acordarme de todos los familiares de los niños del autobús, especialmente en sus difuntos; y la tercera, ¿qué carajo hace un autobús escolar circulando por Pamplona un viernes por la noche?
23:45. Sin paraguas. Lo perdí no sé bien cómo a eso de las 23:40. Por otro lado, ya no lo necesito, pues no me queda una sola flor en el ramo a la que proteger. Camino tambaleándome y chorreando hacia el bar. Me desplomo en la primera mesa que encuentro y pido un tinto para reavivarme.
23:47. Una vez con la cabeza despejada, observo el interior del bar. En todo el recinto no hay nadie más que un barbudo con malas pintas. Consulto el reloj (23:47) y releo la carta. <<A las 23:45 en el bar Serratosa>>. Sin duda, mi reloj se ha estropeado con el agua. Le pregunto la hora al de las barbas quien, tras emitir un sonoro eructo, deja caer su cabeza sobre la mesa. Deduzco que no está en condiciones de responderme y me permito la libertad de consultarle el reloj. Efectivamente, son las 23:47. La pobre se habrá entretenido buscando un taxi.
23:50. Seguro que el mamarracho del taxista que le ha llevado a una dirección equivocada. Pido una segunda copa.
23:57. Sin duda está a punto de llegar. Mientras tanto, me tomo un par de copas más.
00:15. Pido otra copa. ¿Es la número veinte o la veintiuna?...
00:30. ¡Esto es el colmo! Llevo tres cuartos de hora esperando, después de haber sido arrollado, empapado y humillado… ¿para que al final no venga nadie? La rabia me corroe y no sé cómo reaccionar. Analizo las distintas posibilidades: estrellar la silla contra la mesa, salir a la calle y gritar un par de improperios, emborracharme (más de lo que estoy), pegarme a puñetazo limpio con el barbudo... Sin embargo y para mi sorpresa, poco a poco una sonrisa se va dibujando en mi rostro, y la sonrisa no tarda en convertirse en un sinfín de carcajadas.
-Me han dado plantón... A mí… ¿Cómo se le ocurre?...
Así termino la noche, riendo a carcajadas, protegido de la lluvia en el bar Serratosa II.
Previous
Next Post »
0 Komentar